"Providencia de mi Dios,
oh madre que tantas veces he invocado
y a quien he ofrecido, consagrado, entregado esta casa
y cuantos ha reunido en ella tu gracia.
Providencia siempre buena,
tan sabia, tan llena de piedad y amor
para con tus pobres criaturas,
te adoramos, te bendecimos,
nos abandonamos en tus manos sin recerva.
Haz de nosotros todo lo que quieras.
Sólo deseamos cumplir tu voluntad en todo:
en las humillaciones y en las grandezas,
en la pobreza y en la riqueza,
en la salud y en la enfermedad,
en la vida y en la muerte.
Providencia de mi Dios, vela sobre tus hijos,
afiánzanos, dirígenos.
Sé Tú nuestra defensa,
nuestra guía, nuestro consuelo,
nuestra alegría y nuestra esperanza.
¡Dios Sólo en el tiempo!
¡Dios Sólo en la eternidad!
¡Dios Sólo en el día de hoy,
en todo y en cada cosa!
¡Dios Sólo!
Jesús, tú que has dicho:
Dejad que los niños se acerque a mí,
que me has inspirado el deseo de conducirlos a ti,
bendice mi vocación,
ayúdame en mis trabajos,
y derrama sobre mí
el espíritu de fortaleza,
de caridad y de humildad,
para que nada pueda apartarme de tu servicio.
Jesús, Tú has dicho: Dejad que los niños vengan a Mí.
Tú me has inspirado el deseo
de dedicar mi vida a los niños y a los jóvens
para llevarlos a Ti.
Dígnate bendecir mi vocación;
asísteme en todos mis trabajos de hoy,
Derrama sobre mí,
sebre todos mis Hermanos
y sobre todos los que trabajamos en esta obra educativa,
el Espíritu de fortaleza, de caridad y de humildad
para que nada nos aparte de tu dervicio.
Haz que hoy cumpla con celo el ministerio educativo
al que me has consagrado.
Hazme perseverar hasta el fin
para alcanzar así la salvación que nos has prometido.
Dios mío,
que tu voluntad sea siempre la mía.
No tengo más que un solo deseo,
no oponer jamás la menor resistencia
a lo que pidas de mí.
¡Me entrego a Ti completa,mente!
Haz lo que quieras de esta pobre criatura.
Señor, estoy a tus pies,
como un niño pequeño
que espera tus órdenes;
no quiero, no deseo nada,
sino hacer que pidas de mí
para tu mayor gloria.
Habla, pues, Señor
y obedeceré sin dudar,
sin lamentarme,
con alegría y con amor.
Te ofrezco, oh! Dios,
mi fortuna, mi tiempo, mi libertad,
mi reputación, mi cuerpo,
mi alma, mi vida;
me entrego todo, sí todo, sin excepción.
Dispón pues de mí
y de todo lo que es mío,
según te plazca.
Yo no tengo ahora otro pensamiento,
otro deseo,
que el de contribuir a tu gloria
según la medida completa de mis medios y mis fuerzas.
Señor,
hoy, como ayer, llamas a discípulos
y los envías al mundo como mensajeros de paz.
Con alegría, nos entregamos a ti.
Enciende nuestros corazones con tu amor.
Enséñanos a escuchar tu Palabra
y a alimentarnos de ella.
Danos la pasión que llenaba el corazón
de Juan María de la Mennais.
Envíanos, hombres y mujeres con corazón apostólico,
para llevar tu Palabara de vida a los jóvenes.
Envíanos más allá de las fronteras,
como testigos enamorados de tu misión.
Espíritu de amor, llama también a los jóvenes
para que te sigan y sean servidores de los jóvenes.
María humilde sierva del señor,
abierta al gran soplo del Espíritu,
acompáñanos por este camino de luz y de vida.
Amén.
Santísima Virgen María;
con estas ardientes palabaras, nosotros tus fieles servidores,
nos consagramos a ti enteramente,
como a nuestra maestra, nuestra reina y nuestra madre.
Queremos abandonarnos en las delicias de tu amor virginal.
Permite que estos pecadores,
unidos no por la sangre,
sino por el deseo de pertenecerte totalmente,
se consagren al Señor Jesús a través de ti.
Ponemos en tus manos nuestro pobre amor
y el humilde y gozoso compromiso
de vivir hoy y siempre como esclavos tuyos.
No podemos ofrecerte nada digno de ti, María.
Recibe únicamente nuestros débiles y miserables corazones.
Queremos que te pertenezcan totalmente.
Tu tierno e indulgente amor no despreciará esta pequeña ofrenda.
Santa María, Virgen y Madre,
nos entregamos y consagramos a ti para siempre.
Consíguenos que hoy vivamos en todo como hijos tuyos. Amén
María, aceptaste ser Madre de Jesús, el Hijo de Dios,
y cumpliste, fielmente tu elevada misión.
Intensa fue la vida de familia en tu hogar de Nazaret.
María, velaste con amor por tu familia y por tu casa,
fuiste ternura, a manos llenas, hacia los tuyos,
acunaste y guiaste los pasos de Dios hecho niño,
acompañaste estremecida, su desarrollo y crecimiento,
y lo viste partir, dispuesta siempre a los planes de Dios.
María, enséñanos a valorar y dignificar la vida de familia.
Muéstranos el camino del diálogo y la comprensión.
Haz que aprendamos a escucharnos y querernos incondicionalmente.
María cuida de cada una de nuestras familias
como cuidaste de tu Familia de Nazaret.
Señor Jesús, al comenzar el día,
te ofrecemos nuestra vida entera.
Que el amor fraterno reine entre todos los que formamos comunidad.
Que cada uno se sienta feliz con la alegría de los demás,
y sufra con sus penas.
Que todos nos prestemos ayuda mutua
para ir a Dios y realizar su obra cada día.
Que no exista jamás entre nosotros
ni contiendas ni rivalidades,
ni secretas envidias, ni palabras duras.
Aparta de nosotros , Señor, todo lo que hiere,
todo lo que divide, todo lo que altera la caridad.
Haz, Señor, que hoy y siempre
intentemos ayudarnos unos a otros a ser santos.
Que todos vivamos hoy con dulzura,
paciencia, humildad y fidelidad a nuestra Regla de Vida
(Regla de 1835)