QUE EL SEÑOR NOS CONSTRUYA LA CASA,
QUE EL SEÑOR NOS GUARDE LA CIUDAD,
QUE NOS LLENE DE SU RIQUEZA,
QUE NOS GUARDE SIEMPRE DEL MAL
Si el Señor no construye la casa
en vano se cansan los albañiles.
Si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vigilan los centinelas.
Es inútil que madruguéis,
que veléis hasta muy tarde;
que comáis el pan de la fatiga:
_Dios lo da a sus amigos mientras duermen!
La herencia del Señor son los hijos,
su salario el fruto del vientre.
Son saetas en manos de un guerrero,
los hijos de la juventud.