El Señor es mi luz y mi salvación,
el Señor es la defensa de mi vida.
Si el Señor es mi luz,
¿a quién temeré?, ¿quién me hará temblar?
Una cosa pido al Señor:
habitar por siempre en su casa,
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo santo.