Gracias, Señor, porque me has inspirado el deseo de ir a ti,
el sueño de ser como tú, el reto de vivir tu Evangelio.
Que este deseo vaya transformando mis actitudes y decisiones:
amar a quien no me apetece, perdonar de verdad,
luchar por los pobres y la justicia,
confiar manteniendo la alegría y la esperanza...
tratando así de parecerme un poco a ti.
Y que, aunque sea remotamente, otros puedan verte a Ti en mí,
en mi forma de ser, de hacer, de hablar...
como tú reflejaste lo que conocías del Padre.
Cuenta conmigo para acercar niños y jóvenes a ti.